El Espejo - Entrega Autorretrato
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f/5.6 - 1/80 sec - ISO 200 |
El autorretrato fue un trabajo que me costó mucho. Al crecer me fue dejando de gustar cada vez más salir en fotografías y, una vez que me regalaron mi primer cámara me refugié detrás de ella y dejé de salir en fotos. Haciendo la arqueología me di cuenta de esto, a partir del 2014 es increíblemente difícil encontrar una foto mía "presentable". Todas son selfies enviadas a amigos, en las que se me ve media cara o menos. Incluso en redes, hace más de tres años que no publico nada en Instagram y cuando lo hacía, rara vez era una foto mía sola. Por esto y más, este trabajo fue intenso emocionalmente y difícil.
Tuve muchas ideas de cómo hacerlo, algunas incluso las llevé a cabo la primer semana. Pero todas incluían muchos objetos y cosas que incluí en un esfuerzo de representarme y terminaron siendo una distracción y una forma más de esconderme, al igual que juegos de luces y planos grandes que hacían inevitablemente que yo no fuera el foco de la imagen.
Es así que luego de muchas vueltas decidí ir a lo simple. Elegí un lugar que me da mucha paz, un lugar que me representa. Especialmente en ese momento del día. Los atardeceres en el balcón son de mis cosas favoritas. Toda mi vida viví en casa y cuando mi papá se mudó a este departamento descubrí lo mucho que me gusta ver la ciudad desde el balcón. Yo sola, el sol y el viento.
Elegí usar rosa para representarme de alguna forma (la mitad de mi ropa es rosa), al igual que los accesorios diarios. Intenté evitar producirme por sobre manera.
La luz no solo es super interesante y muy linda, sino que también hay algo en ese contraste marcado que me llama la atención y siento que me representa. Más de la mitad de mi cara está en la sombra y es un poco como me siento. La pandemia nos afectó a todos y fue el año pasado que pasé por momentos bastante oscuros en cuanto a salud mental. Por otro lado, también empecé a trabajar sobre lo que me pasa e intentar entenderme. Comencé terapia y cada día intento el lado positivo a las cosas. Durante el proceso del retrato sentí esto, que estaba representado lo que me pasa por dentro y cómo de a poco veo lo bueno, "la luz" en mi vida cotidiana.
En cuanto a la forma del retrato, seguí con la lógica de ir a lo simple. Si bien miré muchos tutoriales para poder usar la cámara desde la computadora, me bajé programas y compré cables para poder hacerlo. Específicamente debido a que no tengo un buen trípode y mi lente está roto y no funciona el autofoco, lo que hace muy difícil poder saber bien que sucede en la pantalla si no la estoy viendo. Hice todo esto y me sentí muy lejos de la cámara y, ya que este proceso fue una cosa muy íntima y que me llevó a conectar conmigo misma quería llegar a una sensación de intimidad con la cámara. Por esto decidí limitarme al cámara en mano, conectando mucho más con el proceso, fotografiando mi reflejo. Por no tener un espejo móvil en la casa, utilicé la ventana que refleja muy bien del lado de afuera. Aunque generó que algunas fotos se vean con detalles, no muy nítidas, apenas dobles o que se vean reflejos del interior. Personalmente, sentí que eran detalles que no restaban al concepto general.
Fotografiar mi reflejo me gustó mucho. Fui muy consiente de lo que estaba mostrando y al mismo tiempo me concentré en no esconderme, mostrarme natural, sin pose, sin esconder las cosas que no me gustan de mi cuerpo y apreciándolas porque, al fin y al cabo son parte de mí.
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